miércoles, 24 de marzo de 2010

Solitarios


La soledad es
Acostarse en medio de la noche y mirar una galaxia distante y querer hablar contigo que habitas en ella y darte cuenta que tus palabras llegaran millones de anos después de morir
Y tu respuesta el doble de millones

La soledad es una ingrata a la que se le va tomando el gusto, con un
alto riesgo de parar completamente enamorado de ella.
La soledad es una habitación numero 245 en un hotel que no es de nadie, es una cama que no es
de nadie abrazado a un cuerpo que no siento mío,
También es despertarme a las 3 de la mañana y no saber donde esta el
baño.
La soledad soy yo.
La soledad es la gota de agua en la llave del baño que dejaste
abierta y no quieres cerrar por no sentirte solo. Te regodeas con ese goteo constante
Y hasta lo sientes familiar y cercano
La soledad es un suplicio ingenioso de la naturaleza que hace que
nos encontremos con nosotros mismos para poder valorar a los demás.
Es mas, la soledad es donde tienes a esa persona justo como la quieres tener, justo como la suenas
No como realmente es y no aceptas que así sea
La soledad es un espejo que no miente. Por que te muestras a ti mismo como tu mismo eres
La soledad es ese montón de sonidos que no escucha nadie pero que
hacen mucho ruido.
La soledad soy yo, en compañía del pasado.
La soledad es estar solo en medio te mucha gente que no quieren que estés solo , por que te cansa tanta preocupación , por que sabes que estas solo y nadie te puede entender
La soledad es un beso que se desperdicia en una almohada, es ver la
sombra de la silueta de alguien que ya no esta.
La soledad es una malvada insoportable y maravillosa que me gusta…
no se bien por que…quizas por que esta sola
La soledad es entender por fin que no hay mejor compañía que la
soledad.
Es el velorio de un día que se fue. Y la agonía mortal del que esta por venir
Es dejar de estar haciendo nada, prepararte, vestirte, abrir la
puerta, salir… para seguir haciendo lo mismo.
La soledad es la compañera, la del miedo, la de los futuros
inciertos, la del camino, la búsqueda, la soledad

lunes, 22 de marzo de 2010

Los dias exactos vividos


Un día un hombre llegó a un lugar bello pero también misterioso que le llamó mucho la atención. El hombre entró a aquella colina y caminó lentamente entre los árboles y unas piedras blancas. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor.

Sobre una de las piedras, descubrió aquella inscripción: “Aquí yace Abdul Tareg, vivió cinco años, seis meses, dos semanas y tres días”.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta que la piedra de al lado tenía también una inscripción. Se acercó a leerla; decía: “Aquí yace Yamin Kalib”, vivió tres años, ocho meses y tres semanas.

El hombre se sintió terriblemente abatido. Ese hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lápidas; todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que más le conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los seis años.

Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí, se acercó. "¿Qué pasa con este pueblo? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?”, le preguntó al cuidador.

El anciano respondió: "Puede usted serenarse. Lo que sucede es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta. Y es tradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y comience a anotar en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado en los pequeños y grandes detalles... a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo interior, la felicidad, a pesar de las adversidades. Las tumbas que usted ve aquí, no son de niños, sino de adultos; y el tiempo de vida que dice la inscripción de la lápida, se refiere a la suma de los momentos que duró la verdadera felicidad de cada una de las personas que descansan en este lugar”.

“Así pues –prosiguió el anciano dando una palmada en la espalda de su interlocutor-, cuando alguien muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque es, amigo caminante, el único y verdadero tiempo vivido”.