martes, 18 de agosto de 2009

MINUSVALIA



Todas las mañanas , pasa por frente a mi casa un hombre mayor, en una silla de ruedas, su aspecto es el de un hippie de la década de los sesenta, su pecho cubierto de medallas, dos banderas americanas a ambos lados de su silla, pelo largo recogido en un rabo de mula,, ropa descuidada y siempre a medio afeitar, dándole un aspecto algo rebelde y descuidado a su rostro le faltan sus piernas, las dos están cortadas por encima de sus rodillas. Las dejo regadas en una escaramuza en Viet Nam, una mina se encargo se ello.
Su rostro esta siempre sonriente y saluda a todo el que se le cruza en su camino y de vez en cuando se detiene y conversa un poco, con cualquiera que quiera hacerlo.
No se pierde un desfile, una feria, una fiesta del pueblo, tiene un optimismo que contagia.
NO permite que lo miren con lastima, si quieres tratar con el tienes que hacerlo de tu a tu, sin fijarte en sus limitaciones, nunca se queja, nunca se lamenta de su suerte
Casi todos los fines de semana, su casa se llena de hombres y mujeres de su edad, con viejas motos Harley Davidson, algunos como el tienen las huellas de alguna batalla, ya sea un brazo, una pierna, una parte cualquiera de su cuerpo, dejaron olvidadas, arrancadas de a cuajo en aras de un sentimiento de justicia que los unió hace anos y fundaron esa amistad especial que nace en los momentos extremos de la vida de un hombre.
Yo veo desde mi ventana, la feliz libertad de la que disfruta, a pesar de estar anclado a esa silla, veo y siento la alegría de su vivir, y pienso, en cuantas veces no somos capaces de valorar lo que tenemos, nuestra salud, nuestro cuerpo que nos permita caminar libremente, nuestros ojos que nos permiten ver y nuestros brazos que nos dejan hacer cosas, abrazar, dar
Muchos a pesar de que estamos “completos”, cojeamos del espíritu y nuestra voluntad, como que necesitara muletas.
Nos cuesta a veces hasta una palabra amable, como si estuviésemos mutilados de amor en algún sitio, allá dentro muy profundo de nosotros.
Nos quejamos del tiempo, de la temperatura, del trabajo, de la suerte.
Ese hombre me hace sentir bien con solo mirarlo, no es que compare su invalides con mi completa anatomía, no me alegra eso, no
Me alegra y me contagia su optimismo y su “yo puedo” estoy seguro que el quisiera tener sus dos piernas sanas, pero el no tenerlas no le impide ser feliz y hacer un poquito mas feliz el día de todos los que se tropiezan con el

4 comentarios:

  1. Me ha gustado tantisimo esta historia y es tan cierto todo lo que dices............
    Es verdad no valoramos lo que tenemos o somos hasta que lo perdemos.
    Es por eso cada segundo que pasa en nuestras vidas debemos disfrutarlo tanto como si fuera el ultimo

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  2. Desgraciadamente, las personas que tenemos todo nuestro cuerpo no sabemos apreciar las habilidades que nos da cada parte de él, pero si sabemos sufrir cuando nos falta, cosa que no deberíamos de ofuscarnos, amilanarnos o en el peor de los casos tirarnos a morir, ya que la vida sigue, yo realmente admiro a todas las personas que por algún motivo están mutiladas físicamente pero emocionalmente tienen la capacidad de seguir adelante, darnos a demostrar que si se puede cuando se quiere y se propone, ahora lo que más les admiro es con el amor que lo hacen.
    La Prima

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  3. Hola Don Esteban: Muy bonito tu escrito y espero que te contagies del espíritu de tu vecino . Yo en mi casa ,tengo prohibido QUEJARSE , a mis hijos se lo digo todos los días de su vida : " Sois unos privilegiados , tenéis todo resuelto , casa, comida, juguetes, todo cuanto nesecitáis y más, entonces no tenéis derecho a quejaros" , y ellos poco a poco , veo que entienden el mensaje. Mira a tu alrededor , verás infinidad de historias penosas, tristes, de graves enfermedades, familias rotas, un sin número de situaciones duras , así que sé feliz mientras tengas vida.
    Saludos

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